Irene Zoe Alameda

Alex’s Strip now on Amazon (Worldwide), Amazon (Spain), Filmin and FlixOlé

Blog

Illustration by Mary Norman

The Musical Corpses

 

To Mary Norman

 

 

The painter loved her monsters. And she knew

She would die young, and her poet-husband

Would stay, alive in their home, to care

For their adult children and to mourn her.



That morning she drew the standing carcasses

Of four old bodies, each one with a big, deep, belly button

In the middle of an expanded abdomen

That gave them the secret resemblance of a violin.

 


They were all waiting, expecting to be asked and played, longing

To be heard again, even to sound another person’s voice, wanting

To be useful -though dead- like the organic matter of the trees

Before someone new’s hands transforms it into music.

Heather Heyer (Facebook)

 

El día 16 de agosto, miércoles, no acudirás a la cita en el Starbucks con tu amiga. Tampoco lidiarás con la fecha límite de entrega de los datos para la sentencia cuyos detalles debes aportar. No habrás estrenado los nuevos pantalones ni las sandalias, ni habrás limpiado de una vez la bañera. Tampoco habrás cerrado (¡por fin!) una cita para el fin de semana con ese chico que te lleva interesando desde marzo.

 

Ese día estarás muerta y millones de personas - decenas de miles en presencia- seguirán tu funeral, retransmitido por los medios casi como un funeral de estado. Tu padrastro será el único con la suficiente entereza en tu familia para hacer declaraciones y loar tu dulzura, tu bondad y tu capacidad de esfuerzo. Alguno de tus compañeros se atreverá a hablar de tus sueños, pero tú no llegarás a saber si habrá acertado en algo o simplemente habrá proyectado en ti las expectativas que en cierto modo tiene para sí mismo.

 

El día 16 de agosto serás un símbolo mundial frente a la barbarie nazi, frente a los supremacistas americanos. Cinco días antes uno de ellos te habrá pasado por encima con su coche.

 

El presidente de tu país no se referirá a ti, y ni siquiera llamará a tus padres para darles el pésame.

A younger version of me

Awaiting against the wired fence

Looking at the sky

Learning that hope feels

Sad and fresh

 

Confusing hope with melancholy

Confusing melancholy with strength

Confusing it all

And being so afraid

Against the wired fence.

 

 

Napalm

 

El dolor fue como gas napalm en mi cerebro –

lo borró todo. Sólo recuerdo claramente el mundo al alcance

de mis brazos.

Y apenas nada más.

 

(Poema adaptado de Últimos días de Warla Alkman)


Napalm

 

Pain’s been like napalm gas for my brain, and has

erased some of my memories. I only

remember clearly the world within reach of my arms,

and barely anything else.

 

(Adapted poem from Last Days of Warla Alkman)

… So I apparently am a monster.

When a monster kisses a face, she burns its lips away, and when a monster caresses a body, she tears its skin apart.

I wonder why nobody has ever thought about how monsters feel when they are alone in their caves. No single text. No single line. No words for the monsters.

Maybe it is because it is monsters who write all the stories – in the loneliness of their potholes, after their daily attempt to come close to humans, to anyone.

Monsters write all the stories, like the story in which a hero saves a community of humans executing the beast. Monsters make up heroes so that, out on an imaginary level, they can be with humans.

But heroes become heroes by killing monsters. Heroes know what everybody wants: to make monsters vanish once and for all – the world is safe and quiet without monsters.

… So it is monsters who write all the stories. By writing their stories, monsters somehow kill themselves, and this is why everybody suspects that the act of writing is a sort of suicide.

Once again: nobody knows how monsters feel in their caves; people never dig into it, it is too scary. But the truth is that within a monster’s cave there is nothing but emptiness surrounded by rocky walls. And solitude.

All the stories are written within those walls. Monsters use their nails, and then their fingertips and their phalanges, and even their teeth, to sculpt the words on cold, humid surfaces, and that is why everybody finds ugliness and dirt all over monsters.

Humans are scared of monsters because they admire their strength. When monsters get out of their caverns, people see powerful bodies, and so they naturally think that monsters have no needs, since they are so huge. It is extensively believed that monsters need no one.

Well, there are no heroes in the real world or, putting it differently, there are no heroes without monsters.

Have you ever seen any? Any hero, I mean?

It is monsters who make up heroes, so that they can pretend being someone weak and beautiful, someone who gains the sympathy of others, someone who can finally put an end to the menacing presence of the beast – after all, nobody is so powerful to kill a monster, but a monster herself.

And so monsters do. Symbolically.

 

… In the end, it is monsters who write all the stories. This is why stories do not come from anyone you know, but they can be found on the walls of inaccessible caves.

 

 

(First draft in Berlin, on the 17th of December 2007 -

Final version in Stockholm, 12th of June 2014)

 

Dejé atrás mi juventud,

ya describí el amor.

 

¿Qué me queda?

 

Un fraseo baldío,

una mariposa disecada

de belleza

inhóspita

 

como los años de los animales viejos.

 

 

La curiosidad por un fulgor

a tiempo parcial.

 

Y esa mariposa rancia que ya no es promesa,

sino amenaza.

 

 

 

 

De: IRENE ZOE ALAMEDA

Asunto: Re: Cucurucha

Fecha: April 22, 2014 8:16:00 PM EDT

Para: MADRE

 

Hola Mamá:

 

Gracias por tu último email.

 

Al leer el título pensé que en vez de “cucurucha” me llamabas “cucaracha”.

 

Me hizo gracia porque, cuando era pequeña, como no llevaba la equipación de color rosa que exigía el reglamento del Conservatorio sino un maillot, unas mallas y unas zapatillas negras que encontraste en el Rastro, los profesores me llamaban “Cucaracha”.

 

Creo que unos padres de hoy se habrían querellado contra los profesores por acoso moral y marginación a una niña pobre de seis años; el caso habría captado la curiosidad de los medios de comunicación y éstos habrían destruido las vidas y las reputaciones de los trabajadores del Real Conservatorio de Danza, “privilegiados funcionarios todos” al fin y al cabo. Y los jueces, televisiva y democráticamente imbuidos por la turba, se habrían visto inclinados a condenar a los denunciados a unos cuantos meses de cárcel.

 

Pero en los años ochenta de mi niñez, aunque me molestaba un poco que me señalasen sobre el resto de mis compañeras, no me lo tomaba muy mal.

 

El caso es que me llamas “cucurucha”, que es una variante amable del apelativo del insecto.

 

Todo muy kafkiano y me gusta.

 

Tu hija

 

 

PERMUTACIÓN

 

Entran en un bar un hombre, una rubia y una lesbiana.

El hombre y la lesbiana parecen competir por captar la atención de la rubia, que halagada se deja adular.

“Entonces, ¿estás segura de que no quieres pasar las vacaciones en la casa de mi familia? Mira que le he hablado  a mi madre de mi compañera rubia de trabajo y está deseando conocerte.”

“¡Ay, mira que eres pesado, deja a la chica en paz! Todos los hombres sois iguales. ¿No ves que pasa de ti? ¡Es que os creéis irresistibles!”

La rubia asiente ante la intervención de la lesbiana y hace un mohín muy cuco; lleva, además, una blusa blanca semitransparente muy seductora que deja intuir el volumen abultado de sus pechos.

“Pues sí, estoy pensando en pasarme a tu bando porque en el mundo hetero tengo que aguantar a pelmas como este compañerito tan insistente…”

Y, mientras dice esto, le guiña un ojo al hombre para restar gravedad a sus palabras y dotarlas de un tono juguetón.

El hombre sonríe, pícaro.

La lesbiana no parece complacida.

 

 

PERMUTACIÓN

 

Entran en un bar una rubia, un hombre y una lesbiana.

La rubia reparte instrucciones a sus ayudantes:

“Habla con el productor del programa y dile que tiene que conseguirme una tarifa mejor, luego reúne toda la documentación que falta para el dossier de prensa, pero no hagas público que hemos llegado a un acuerdo ni hoy ni mañana: incluso si el productor te dice que sí, vamos a retrasar el anuncio para no dar la impresión de que soy fácil de fichar.”

El hombre, solícito, teclea sobre su tableta.

“Y tú: ciérrame la serie de entrevistas con el Canal 8 y recuerda que tienes que comprar nuestros billetes para el rodaje del vídeo, recuerda que llevo al perro en cabina, nada de meterlo en la bodega otra vez, que casi le da un infarto al pobre. ¡Ah! Retrasa sin falta la cita de la mesoterapia facial, que no puedo ir a la premiere con los pinchazos, que luego me los sacan en todas las revistas.”

La lesbiana apunta los avisos en su smartphone.

 

 

PERMUTACIÓN

 

Entran en un bar una rubia, una lesbiana y un hombre.

La rubia acaricia con cariño la mejilla de la lesbiana mientras mira con felicidad al hombre:

“Es maravilloso que se haya aprobado el matrimonio homosexual, a ver si tú también te enamoras. ¡Ay! No puedo creerme que vaya a ser una mujer casada. ¡Lo mismo conoces a tu media naranja en nuestra boda! ¡Estamos tan ilusionadas!”

La lesbiana mira a su prometida con devoción. La rodea con su brazo y la atrae hacia sí en un beso.

 

 

PERMUTACIÓN

 

Entran en un bar una lesbiana, una rubia y un hombre.

“Así que te has enamorado. De un hombre. ¿¿Así, de pronto, descubres que eres bisexual??? Eres la persona más superficial que existe el planeta. ¿Tanto echabas de menos las pollas?”

“Siempre tienes que pintar las cosas de la manera más cutre que puedes. Es lo que no aguanto de ti. ¿Sabes, acaso, lo que es el amor? Para ti las relaciones consisten en follar y en compartir un perro y un niño. ¿Me llamas a mí superficial? ¡A mí! ¡¡Precisamente tú!!”

El hombre no parece saber dónde meterse. Está muy incómodo pero se mantiene al lado de la rubia. La lesbiana lo mira con auténtica furia.

“Te mataría si no fuera porque no puedo permitirme ir a la cárcel y que esta hija de puta eduque a mi niño.”

“No metas al niño en esto.”

“No haberte metido en la cama con éste.”

“El niño se va a venir conmigo, quieras o no. Estará en un entorno más estable. Tú no puedes ocuparte del niño sola. Nosotros somos dos.”

La lesbiana no sabe qué decir y se tambalea hasta que se derrumba sobre una silla, y se pone a llorar desconsoladamente. Esconde la cabeza entre sus brazos, ovillándose sobre la mesa.

La pareja se mira y toma asiento enfrente de ella.

 

 

PERMUTACIÓN

 

Entran en un bar un hombre, una lesbiana y una rubia.

El hombre acoge la mano que la lesbiana le extiende en actitud de consuelo:

“Siento mucho que hayáis perdido al bebé. Menudo palo. Ya verás como pronto os quedáis embarazados otra vez y todo va bien.”

“No… no será tan fácil…” Masculla el hombre.

“¿Qué quieres decir?” Pregunta la lesbiana.

El hombre mira a la rubia en actitud de interrogación, como pidiéndole permiso. Él suspira:

“Me esterilicé hace más de diez años y mi vasectomía es irreversible. Entonces congelé esperma, pero con tantos intentos de fecundación in vitro como llevamos hechos, ésta era nuestra última posibilidad. Ya no queda esperma. Ya nunca tendremos hijos propios.”

La rubia llora desconsoladamente.

 

 

PERMUTACIÓN

 

Entran en un bar una lesbiana, un hombre y una rubia.

La lesbiana abre camino a la rubia, que se dirige con urgencia al cuarto de baño. El hombre se queda apostado en la barra.

De pronto, se oye un ruido al fondo del local. El hombre desenfunda su pistola y derriba la puerta de una patada.

Fuego cruzado. La lesbiana se acerca al hombre y cae desplomada. El reguero de su sangre se une a otro que se desliza, suave y lentamente, desde el baño hacia la calle.

El hombre corre hacia el cuerpo de la rubia:

“¡Mi mujer! ¡Ha matado a mi mujer!”

 

 

Mis padres, separados desde hace 23 años, celebraron su 40 aniversario con una comida en el Burger King de Condesa de Venadito. Quedaron en José del Hierro, pero para cuando mi madre llamó a mi padre porque no lo veía, él ya había llegado –saltándose lo acordado-, al Gorbarchov. Una vez se encontraron, decidieron que le tocaba invitar a él, porque mi madre había pagado las últimas copas con tapas que habían tomado en el bar de Hermanos de Pablo, así que ella lo acompañó de vuelta a Torrelaguna a coger la cartera, que mi padre había olvidado en casa.

Allí estaban mi hermana Ana Iris y Gonzalo, su novio, a quienes mi madre les contó que ese día, cuarenta años antes, se habían casado Fernando y ella. Ani le preguntó a mi madre que qué plan tenían entonces, y ella le dijo que lo iban a celebrar con un menú del Burger, y añadió que todo era un lío, que seguían sin entenderse, que incluso para quedar en José del Hierro se habían desencontrado, como siempre.

Y luego mis padres se fueron a comer. Gentilmente, mi padre acompañó a mi madre después a la parada del 70, en Arturo Soria.

- Gracias, Fernando, por acompañarme.

- Es que no todos los días se cumplen 40 años de boda.

 

Leaking,

Moisting from within,

inside out

Your being.

 

Drowning your sense of

Knowing

Submissively giving up

Your    self

Into the serum

of water.