Mis padres, separados desde hace 23 años, celebraron su 40 aniversario con una comida en el Burger King de Condesa de Venadito. Quedaron en José del Hierro, pero para cuando mi madre llamó a mi padre porque no lo veía, él ya había llegado –saltándose lo acordado-, al Gorbarchov. Una vez se encontraron, decidieron que le tocaba invitar a él, porque mi madre había pagado las últimas copas con tapas que habían tomado en el bar de Hermanos de Pablo, así que ella lo acompañó de vuelta a Torrelaguna a coger la cartera, que mi padre había olvidado en casa.
Allí estaban mi hermana Ana Iris y Gonzalo, su novio, a quienes mi madre les contó que ese día, cuarenta años antes, se habían casado Fernando y ella. Ani le preguntó a mi madre que qué plan tenían entonces, y ella le dijo que lo iban a celebrar con un menú del Burger, y añadió que todo era un lío, que seguían sin entenderse, que incluso para quedar en José del Hierro se habían desencontrado, como siempre.
Y luego mis padres se fueron a comer. Gentilmente, mi padre acompañó a mi madre después a la parada del 70, en Arturo Soria.
- Gracias, Fernando, por acompañarme.
- Es que no todos los días se cumplen 40 años de boda.