Dejé atrás mi juventud,
ya describí el amor.
¿Qué me queda?
Un fraseo baldío,
una mariposa disecada
de belleza
inhóspita
como los años de los animales viejos.
La curiosidad por un fulgor
a tiempo parcial.
Y esa mariposa rancia que ya no es promesa,
sino amenaza.